El Cristo y El Valle vuelven a San Telmo en una tarde muy cofrade y calurosa

La hermandad cierra los actos que han celebrado los 425 años de su fundación.
POR DIARIO DE JEREZ.
La hermandad del Cristo de la Expiración cerró ayer la conmemoración de los 425 años de su fundación con la procesión de regreso a San Telmo desde Santo Domingo, de donde salieron el crucificado de la hermandad y la Virgen del Valle. Como estaba pronosticado, el pre-estío se dejó caer con intensidad en una tarde y noche de gran calor y sabor cofrade. El inicio del regreso a San Telmo contó con gran animación, tras una semana extraordinaria en el templo dominico con cultos que finalizaron ayer mismo por la mañana con la función solemne. La estética de ayer fue con la idea, a diferencia de la ida hace una semana, de recuperar lo habitual de la hermandad en el Viernes Santo. La Virgen del Valle sí volvió a ser la 'Flamenca del manto rojo' en su paso de palio. El Cristo fue tal y como en la ida pero recuperando su característicos candelabros y el monte rojo de claveles. Hubo representaciones de las hermandades de la Yedra, Crucifijo, Santa Marta, Coronación, Soledad, Salud, Prendimiento y Nazareno, además de La Marina y el Consejo cofrade con su presidente. 

La percepciones, ayer en las calles, deambularon entre la evocación en junio de la que es la versión 'honda' de la Semana Santa jerezana, la que transmite una hermandad que es puro Viernes Santo, hasta simplemente disfrutarlo sin más análisis. Estamos en el Año de la Fe y El Cristo sí es un ejemplo absolutamente válido para demostrar cómo la religiosidad popular tiene su hueco como un básico y a la vez profundo sentimiento de esa fe sencilla, sin dogmatismos que mira a un Cristo o a una dolorosa tal y como los cofrades los interpretan ante la gente desde hace siglos, pese a las reticencias de esa parte del clero que sigue tildando todo esto como un 'show' de saldo en lo espiritual; qué mejor demostración de esta realidad que lo que se vio ayer. En la crónica de hace una semana, en la ida, quedó meridianamente claro que el Cristo tiene tirón y 425 años después sigue así en la manifestación ingente, devota y de fidelidad incuestionable que se produce cada vez que Él o Ella están en las calles, pese a que las filas no estuvieran tan participadas como debiera ser en función del marchamo de la cofradía y, menos válido aún, que no pocos 'notables' de la corporación anduvieran por las aceras por dejadez o cuitas que siempre sobran en las hermandades y más aún ayer en momentos tan singulares. 

El itinerario elegido, muy acertado al seleccionar calles del barrio de San Pedro en vez de seguir la inercia de incluir obligadamente la calle Larga, proporcionó una extraordinaria belleza al paso del cortejo por calles como Rosario, Caracuel, Bizcocheros y Naranjas, en las que las cuadrillas tuvieron que fajarse para superar las estrecheces. En esta última vía, territorio tradicionalmente amargurista como reafirmó corporativamente la hermandad del Miércoles Santo con su presencia corporativa, los pétalos de flores se esparcieron en el palio y, para remachar ese Viernes Santo de junio, seis saetas rasgaron la tarde levantando ecos marceños ante El Cristo, todo desde la casa de Miguel Ángel Castaño que se vistió de damascos, flores y colgaduras. 

Fueron algunos de los instantes más exclusivos junto a la llegada al Campillo; una deliciosa combinación de pasos bien llevados, saber cofrade y regusto a día grande en el que la música también se sumó. La banda de Palomares, tras su actuación en el Via Lucis con Las Angustias, que fue un reto superado excelentemente pese a las dudas previas, estuvo ayer tras 'su' palio del Valle, bien entonada como hace en los compromisos grandes. Y San Juan con sus 35 años de historia haciendo lo propio tras el crucificado. 

Así, la hermandad puso el epílogo de otro episodio para la historia de la corporación que ya camina hacia el medio milenio de existencia, aunque no se sabe si por el camino, como es previsible, caiga otra extraordinaria que en la cofradía de San Telmo suele ser cada cuarto de siglo. Y desde ahora, La Esperanza manda.

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